Las conexiones inalámbricas a Internet resultan mucho más cómodas que las que requieren un cable. Aportan una gran movilidad dentro del hogar y evitan estar atados a un cable cerca del router o verse obligados a tender una red cableada por toda la casa. Wi-Fi da completa libertad para llevarse el ordenador portátil a la cama o para consultar el correo en cualquier habitación. Muchos internautas creen que su acceso de banda ancha es lento, cuando en realidad es culpa de usar Wi-Fi dentro de casa.
Un reciente estudio elaborado por la compañía Epitiro destaca que los accesos a Internet de banda ancha se degradan considerablemente cuando no se usan cables para comunicar el ordenador con el router. De hecho, ha conseguido cuantificar la diferencia de rendimiento entre una conexión de banda ancha a través de un puerto Ethernet y vía Wi-Fi. Como media, el descenso de la velocidad de descarga es del 31,6 por ciento si se usa Wi-Fi en lugar de Ethernet.
La reducción significativa de ancho de banda se produce en todos los países analizados. En el caso concreto de España es del 30,1 por ciento, mientras que en Reino Unido es del 26,5 por ciento y en Estados Unidos del 29,7 por ciento; por el contrario, Italia es el país donde el descenso es mayor (el 40 por ciento). Ahora bien, la disminución de la velocidad no es el único efecto pernicioso de utilizar Wi-Fi, según el estudio de Epitiro, titulado “Wi-Fi en el hogar”.
También se producen pérdidas de paquetes y fluctuaciones en el tiempo de ejecución de los paquetes (jitter). Eso significa que algunos paquetes de datos llegan demasiado pronto o demasiado tarde, lo que puede resultar especialmente molesto a la hora de escuchar la radio por Internet o al hacer uso de servicios de voz sobre IP como Skype. Además, la conectividad Wi-Fi aumenta entre un 10 y 20 por ciento la latencia, lo que puede causar un incremento de los tiempos de descarga desde sitios web; también los jugadores de videojuegos en línea deben tenerlo muy en cuenta, porque a mayor latencia, una respuesta del juego más lenta.
El estudio recoge ejemplos concretos que ilustran cómo el uso de Wi-Fi degrada la señal de banda ancha. Descargar un fichero de música de 5 “megas” tarda 6 segundos en una conexión Ethernet, y 9 segundos con Wi-Fi. Los efectos se hacen más notorios cuando se trata de bajar archivos grandes; un CD de 750 de MB requiere 16 minutos en una conexión cableada y 23 minutos vía inalámbrica.
En actividades como la navegación por Internet o el envío y recepción de mensajes de correo electrónico, se nota menos el descenso de velocidad cuando el acceso a Internet es inalámbrico. Sin embargo, en el vídeo bajo demanda, la voz sobre IP y los videojuegos en línea, el impacto es mucho mayor, debido al aumento de la latencia y a la pérdida de paquetes cuando se compara con una conexión por el puerto Ethernet.
Diversos factores afectan a la fortaleza de la señal de banda ancha, según Epitiro. Obstáculos físicos como paredes, puertas, suelos y mobiliario o la calidad de los cables y los equipos empleados, como el módem o el router Wi-Fi, pueden reducir la velocidad. Otros dispositivos muy comunes en los hogares interfieren en el rendimiento de Wi-Fi. Los microondas, los monitores de bebés, los distribuidores inalámbricos de señales audiovisuales, los teléfonos sin cables, los fluorescentes (tubos y bombillas de bajo consumo), las consolas y los controladores de videojuegos sin cables, y los teléfonos móviles con Bluetooth son algunos de ellos.
Otras fuentes de interferencias son los routers Wi-Fi instalados cerca del domicilio del internauta. La mayoría de los consumidores deja el canal que viene configurado por defecto en el router Wi-Fi. Eso provoca que una saturación de ese canal que no solamente conlleva una disminución de la velocidad, sino también caídas del servicio. Eso es habitual en las ciudades donde los internautas viven en pisos, pero tiene fácil arreglo si se cambia de canal el router Wi-Fi.
Epitiro es una empresa especializada en el análisis de la calidad de servicios de banda ancha, voz y vídeo. Para la realización del estudio ha contado con un panel de más de 14.000 usuarios en España, Estados Unidos, Italia y Reino Unido; algo más de la mitad tenía una conexión con cable Ethernet y el resto empleaba Wi-Fi.
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